Habiendo tenido acceso a directores empresariales de todo el mundo,y tras haber estudiado el funcionamiento de más de quinientas organizaciones, Goleman revela las aptitudes que definen a los profesionales más competentes. Su conclusión es que,desde los puestos de trabajo más modestos hasta los altos cargos directivos,el factor determinante no es el cociente intelectual, ni los diplomas universitarios, ni la pericia técnica: es la inteligencia emocional.